hoy se celebra el día del trabajador. Esta fecha llega sin que en el Perú haya logros en materia laboral que realmente podamos celebrar. Para muestra bastan dos ejemplos. En primer lugar, en el país el trabajo informal llega al 70% de la PEA, es decir, solo el 30% de los trabajadores peruanos recibe un sueldo fijo cada fin de mes y cuenta con derechos laborales. En segundo lugar, luego de diez años de discusión en el Consejo Nacional del Trabajo todavía no contamos con una Ley General del Trabajo que concilie los intereses empresariales con la debida protección a los trabajadores¹. Pero estos no son los únicos hechos que revelan la crisis del sistema laboral en el país. Veamos algunas alertas que el gobierno debería tomar en cuenta para que el próximo 1 de mayo tenga un significado distinto para los trabajadores peruanos.
Antes de presentar cifras, es necesario reflexionar acerca del nivel de despolitización que se observa en los trabajadores peruanos. Como señala el economista Raúl Mauro², “la empresa - el lugar donde históricamente se han forjado los líderes políticos y sociales - se ha llenado de una especie de anticonceptivo social que limita las posibilidades para que nazcan los futuros líderes del cambio social”. Este aspecto va de la mano con el sentimiento de desesperanza de los peruanos respecto de la política y de sus políticos.
Como contraparte, tenemos un Estado que, especialmente a partir del autogolpe del 5 de abril de 1992, ha venido jugando a favor de los empresarios, dejando de lado la promoción del trabajo decente³. Según cita el sociólogo Enrique Fernández-Maldonado, el Perú es uno de los países con indicadores de trabajo digno más bajos en la región pues, pese al periodo de crecimiento experimentado entre 2002 y 2008, los índices de precariedad laboral y desigualdad económica se mantuvieron o crecieron. Asimismo, la cantidad de empleos estables (contratos indefinidos) decayó de 54% a 31% entre 1998 y 2007, mientras que el empleo temporal (a plazo fijo) aumentó de 46% a 69% en ese mismo periodo. Además, citando un estudio del también economista Julio Gamero, señala que el número de trabajadores sindicalizados entre el 2001 y 2005 habría experimentado una caída importante, pasando de 7.1% a 4.5% entre el 2007 y 2009 (hoy no superan las 100 mil afiliaciones).
No solo esto, las brechas salariales de acuerdo a las variables género y etnicidad persisten. En el Perú, un hombre percibe 19% más que una mujer, ambos con las mismas características. Mientras que un peruano de origen “blanco” percibe 21% más en términos salariales que una persona de origen étnico con el mismo género, edad y nivel de educación. Asimismo, sorprende que, en medio de la bonanza y optimismo macroeconómico, se soslayen temas como el alto porcentaje de trabajo infantil (42%), que no ha disminuido desde 1994.
En ese sentido, el actual modelo económico no ha podido hallar el camino para resolver no solo la precariedad laboral, sino las viejas disparidades sociales. Por esto, los universitarios exigimos que el actual gobierno se comprometa en realizar cambios de fondo en el sector laboral, que es una de las bases de un país democrático.
pie de pa
¹Enrique Fernández- Maldonado. “De la transición inconclusa a la tentación autoritaria. Una mirada desde el ámbito del trabajo”. Democracia sin piso: ¿Y los derechos laborales? Trabajo y Desarrollo. Revista Nº7, marzo 2007. PLADES.
²Raúl Mauro. “El salario mínimo, no es un tema mínimo”. Op.cit.
³El trabajo decente implica derechos laborales, oportunidades de empleo, protección y diálogo social. Fuente: ¿Qué es el trabajo decente? OIT, 2004.
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