Otros procesos considerados avances en la justicia, como la implementación del nuevo Código Procesal Penal sobre el que ahora el Presidente exhorta una evaluación para medir problemas y mejoras (pero entonces, ¿cómo es que se define como avance? ¿La celeridad, por cierto buena, a secas lo es todo?) , quedan empañados con lo anteriormente no dicho. La celeridad, por cierto, es importantísima, a la par que las mejoras técnicas, pero la independencia judicial lo es también.
Como ya hemos señalado, el balance en este aspecto hace que la hora de la justicia siga esperando; convirtiendo al último año del gobierno de García en uno de extremo, extremísimo cuidado… más aún, si recordamos lo que tampoco no se dijo sobre la peligrosa delegación de facultades del Congreso al Ejecutivo sobre la justicia militar y aquellas normas procesales, o el nombramiento de magistrados militares (ver: Justicia militar y policial: los retrocesos democráticos que nos legará García)
De otro lado, ¿qué es lo grave, del discurso de García, que no se debe dejar pasar? En el mensaje presidencial se dijo que: "… Y aunque no es un tema de regulación económica, declaro aquí que el Perú no entregará ni un centavo a los terroristas por más sentencias internacionales que tengan… Según el decreto que hemos publicado hoy, ellos deben al Perú por reparaciones legales por sus acciones como banda criminal 3,173 millones de soles y cada centavo que se nos exija pagar será descontado de esa suma y abonado a favor de sus víctimas. No!!!!... el terrorismo derrotado no se burlará del Perú…" Ésa, señor presidente, no es la idea. Como mandatario, en un tema tan sensible a nuestra sociedad peruana, debe tenerse la verdad completa, o simplemente, la verdad. Que quienes han hecho daño al país cumplan con lo que señalan las sentencias, claro que sí, así lo requiere la justicia y las víctimas del siempre condenable terrorismo. Pero tapar la otra mitad, la que justamente es el origen de las ahora criticadas reparaciones de la Corte Interamericana, no es decirle la verdad al pueblo. Decir que este embrollo se originó en buena cuenta con el Estado incapaz de procesar como es debido a quienes merecen todo el peso de la ley, es lo que se necesita. De lo contrario, se acrecienta irresponsablemente intenciones contra el Estado de Derecho, se desdibuja la realidad de las cosas y se avanza un pie más para patear el tablero de las reglas más básicas de la justicia, situación que, por cierto, puede ser tomada para vaipasearla en beneficios de propios y extraños. Como dijimos, hay silencios y silencios.
En su lugar, por ejemplo, se hizo mutis sobre la criticada asistencia del Presidente de la Corte de Lima al famoso mitin-cumpleaños de un dirigente aprista, o de la "desactivación" de la famosa Unidad de Ética del Poder Judicial cuando parecía que se podía descubrir algo más que lo encargado (ver: Unidad de Ética del Poder Judicial: Las preguntas que Villa Stein debe responder. Revista ideele) por el Presidente del Poder Judicial. Cierto es que, no hay que pronunciarse sobre todo lo que suceda, pero cuando se trata de la independencia judicial a estos niveles, no hay que ser tan somero. Hay silencios y hay silencios, y algunos pueden decir mucho.
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